lunes, 25 de junio de 2007

DESENGANCHADOS


Sobre gustos no hay nada escrito. Y sobre táctica tampoco. Cada cuál atiende su juego, cada entrenador para un equipo dentro de la cancha como más le gusta, pero todos con la misma idea: ganar (o bien empatar, en el fútbol especulativo de hoy). Lo que nadie puede negar es la tendencia que hay en la actualidad a prescindir de un puesto que supo ser muy significativo por mucho tiempo: el enganche.
En Italia, Totti y Kaká pasaron a ser media punta e incluso goleadores en sus equipos. En España, Barcelona es un ejemplo claro de esta situación. Ronaldinho, Messi y Deco jugarían como enlaces si se tratara de otra época. Sin embargo, se reparten la función de armado en la zona de tres cuartos de cancha. Hasta Zidane, un viejo emblema de la nº 10, se corrió al sector izquierdo antes de irse del Real Madrid. Y en Inglaterra ya nadie menciona la palabra “strategist”. Lampard y Gerrard cumplen funciones similares pero se desempeñan como “doble 5 adelantado”.
Sepultado en Europa, el enganche se niega a desaparecer tan fácilmente de las canchas argentinas. Miguel Angel Russo y Alfio Basile son los abanderados de la resistencia. El DT de Boca, apenas asumió, pidió a gritos un nº 10. Frustradas las gestiones por Gracián, le llegó una sorpresita sobre el comienzo de la temporada: Juan Román Riquelme, que condujo al conjunto xeneize a una nueva conquista de América. Por su parte, el actual entrenador de la selección argentina, en su paso por el club de la Ribera, le tiró la responsabilidad de manejar los hilos del equipo al Pocho Insúa. Cuando éste emigró a Alemania, adaptó a Marino (origi
nalmente un mediocampista por las bandas) al puesto de enlace, justamente lo contrario a lo que hacen los europeos, que amoldan a un enganche primitivo a otra posición. Y ya dirigiendo a la celeste y blanca, al Coco le cayó un regalito sobre las puertas del inicio de la Copa América: Juan Román Riquelme.
Pero en general y aunque en una sintonía mas tardía que en el Viejo Continente, el efecto “desengachado” se va inculcando en tierras criollas. Montenegro corrió la misma suerte que Totti y Kaká y hace goles para Independiente jugando más adelantado. En San Lorenzo, Gastón Fernández aparentaba ser conductor pero en realidad se preocupó más por el arco rival que por crear juego. Sorpresivamente, Passarella dejó ir a un Gallardo en un nivel aceptable para armar un equipo Belluschi-dependiente. Le salió todo mal. Condicionó al ex jugador de Newell´s ubicándolo en una posición que ni el jugador ni el mismísimo káiser nunca descifraron. Esto desembocó en un River sin ideas ni claridad en todo el semestre. ¿La falta de un conductor es sinónimo de falta de juego? No necesariamente. Simeone en Estudiantes formó uno de los planteles más ofensivos de los últimos años. Colocó a Sosa y a Verón (que bien podrían ser nº10) sobre la derecha y el centro, respectivamente, y aportó pasajes de buen fútbol en el Apertura ´06.
Hay quienes aceptan esta realidad y se acostumbraron a entender el fútbol sin un estratega definido. Pero otros lloran la agonía del puesto que acunó quizás a los más talentosos y habilidosos, y rezan por su resurrección.



Nota redactada por Fernando A. Ferrari

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